divendres, 15 de gener del 2010

La influencia del yodo en el organismo

ORIGEN: http://www.cosasdesalud.es/influencia-yodo-nuestra-salud/

6 de Abril 2009
El yodo fue el segundo mineral, después del hierro, en ser reconocido como vital para el hombre, esencial y necesario para el equilibrio del organismo.






En particular participa en la formación de dos hormonas que fabrica la glándula tiroidea: la tiroxina y la triodotironina. El yodo constituye en sí un ingrediente único de hormonas muy particulares.
Son las tiroideas quienes controlan la tasa íntegra de actividad del organismo y por tanto una producción hormonal insuficiente conduce a que nuestro sistema entero se pueda enlentecer.

Son más de cien, los sistemas enzimáticos controlados por las hormonas tiroideas influyendo en la producción de energía del cuerpo así como en el crecimiento, la reproducción, la función nerviosa en los músculos, el crecimiento del cabello y la renovación de la piel.
A pesar de la temprana verificación del uso curativo del yodo para el bocio (en 1820 ya fue utilizado con éxito), millones de personas alrededor del mundo siguen hoy en día siendo afectadas por esta grave enfermedad. La carencia importante puede a veces ser circunstancia geográfica, llegando a afectar comunidades enteras que están alejadas del mar y que no acceden con facilidad a los alimentos del mar.
No es casual que no aparezca el bocio en las ciudades costeras ya que los alimentos que contienen yodo provienen principalmente de él, como el pescado y los mariscos.
No comer estos productos regularmente – por lo menos dos veces a la semana- aumenta el riesgo, así como también hervir el pescado o congelarlo hace que se pierdan beneficios del yodo por lo que deberíamos evitarlo o bien aprovechar el agua de esa comida.
El yodo, también es rico en las algas marinas, “musgo”, pan de algas. Las personas que no los consumen pueden compensar esta falta en cereales, la carne y las verduras, teniendo en cuenta un contenido variable de yodo dependiendo del suelo de la zona.
Fuentes más seguras son las sales yoduradas, la sal de mar y los aceites de hígado de pescado. El agua es pobre en yodo incluida la del mar.
Por último: si decides tomar suplementos de sal yodada recuerde siempre consultar con el médico.

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