ORIGEN: http://www.cfidsselfhelp.org/library/12-ejercicio-nutrici%C3%B3n-y-sensibilidad-qu%C3%ADmica
Los capítulos anteriores describieron varias estrategias para manejar los síntomas. Este capítulo discute otros tres abordajes: ejercicio, cambios en la dieta y evitar las sustancias que desencadenan reacciones alérgicas.
Ejercicio
El estar enfermo reduce el nivel de actividades y produce falta de condición física ("deconditioning"), fatiga, dolor, rigidez, ansiedad y depresión. Una forma de hacer cambiar la dirección de la espiral es el ejercicio. El ejercicio contrarresta todos estos factores. Produce que aumenta la forma física ("fitness"), reduce fatiga, dolor y rigidez y mejora el ánimo.
El ejercicio es usualmente una parte importante del tratamiento para la fibromialgia y puede ser también útil para los pacientes con SFC, aunque hay algunos pacientes para los que el ejercicio probablemente no ayuda y a los que incluso puede producir un brote. Puede ser inapropiado para la gente con síntomas especialmente graves y es desaconsejable cuando hace que los síntomas despierten de forma dramática. Antes de empezar con un programa de ejercicios, coméntalo con tu médico. El/la, a su vez puede derivarte a otros profesionales especializados en el ejercicio, como los terapeutas físicos u ocupacionales.
Un programa exhaustivo para la forma física incluye tres tipos de ejercicios:
Flexibilidad: Estirar reduce el dolor y la rigidez y mantiene flexibles las articulaciones y los músculos. Muchas veces es bueno empezar la rutina de ejercicios con estiramientos y también se pueden utilizar como calentamiento antes de otras formas de ejercicio. Otros tipos de ejercicios de flexibilidad incluyen yoga y Tai Chi.
Potenciación: Estos ejercicios aumentan la fuerza muscular, y facilitan así tus actividades diarias. Los ejercicios de potenciación se hacen a menudo con pesas, pero puedes empezar con simples movimientos, como ponerte en pie desde una silla o mover los brazos.
Resistencia: A menudo llamado "ejercicio aeróbico", el trabajo de resistencia refuerza corazón y pulmones. Esta forma de ejercicios ayudan a disminuir fatiga y dolor al porque te dan más vigor; también mejoran el sueño y el ánimo. Ejemplos incluyen caminar, hacer bicicleta y ejercicios en el agua.
Ejercicios: SFC vs. Fibromialgia
El tipo y la cantidad de ejercicios que haces debe ser diferente según la severidad de tu enfermedad y según sufras SFC o fibromialgia.
Para la mayoría de pacientes con SFC es fácil que el ejercicio desencadene una intensificación de los síntomas, por esto los pacientes se deben concentrar en la evitación de la fatiga post-esfuerzo (excesivo cansancio después de la actividad). Cualquier actividad física debe considerarse ejercicio. Incluso si no tienes un programa formal de ejercicios, estás haciendo ejercicios cuando haces cosas como limpiar la casa, lavar la colada, cocinar, comprar o hacer jardinería. Para algunas personas, ir a la tienda de comestibles es el ejercicio de un día. Ya que muchos pacientes con SFC tienen un límite ajustado de la cantidad de actividades que pueden hacer sin aumentar sus síntomas, hacer ejercicio podría requerir tener que anular o reprogramar ciertas otras actividades.
Los programas de ejercicio para el SFC a menudo se concentran en flexibilidad y potenciación. Los ejercicios de resistencia pueden ser útil, pero solo para los pacientes con un funcionamiento más alto. En el ejercicio también se debería aplicar el acompasamiento, de manera que un rato de actividad se alterna con descanso. Para algunas personas el tiempo del esfuerzo solo puede ser de un minuto, seguido por varios minutos de descanso.
Si el mayor peligro para los pacientes con SFC es el malestar post-esfuerzo, el de los pacientes con fibromialgia es la inmovilidad. Si tienes fibromialgia, otra paciente y autora Stacie Bigelow sugiere que pienses en una hormigonera. El contenido del camión sigue blando, pero siempre y cuando se mueve continuamente. Si el tambor deja de girar, el cemento se endurece y se transforma en hormigón. Ella y otros expertos en ejercicio para pacientes con fibromialgia recomiendan dos a cinco minutos de movimiento después de 20 a 30 minutos de estar sentado. La Sra. Bigelow sugiere que un programa de ejercicio para la fibromialgia empiece con un incremento de la actividad diaria, cosas como ducharse, hacer la cama, preparar las comidas, hacer las compras y cuidar de los hijos.
Cuando se presta atención a las actividades diarias, también hay que pensar en la postura y la forma de moverse, y al acompasamiento de las actividades. Como he indicado en el capítulo sobre las opciones del tratamiento, una manera para controlar el dolor es mediante una buena postura y mecánica corporal. Asimismo, la alternancia de ratos de actividad con pausas para descansar reduce la probabilidad de la exacerbación del dolor.
Un programa formal de ejercicios para la fibromialgia puede empezar con estiramientos. Tal como estar activo, el estiramiento incrementa la flexibilidad, y con ello reduce el dolor y la rigidez. Una rutina de estiramientos se puede hacer casi todos los días de la semana. (Para muestras de ejercicios de flexibilidad, mirar el Capítulo 4 del libro de Bigelow y el Capítulo 6 de "The Arthritis Foundation's Guide to Good Living with Fibromyalgia".) Un programa de ejercicios para la fibromialgia incluye normalmente también un componente de resistencia, como caminar o ejercicios en piscina. Puedes utilizar uno o varios tipos de ejercicio y normalmente hacer potenciación la mayoría de los días de la semana. Finalmente, una rutina de ejercicios para la FM debería incluir entrenamiento de potenciación dos o tres veces por semana. (Para muestras de ejercicios de potenciación, mirar "The Arthritis Foundation's Guide to Good Living with Fibromyalgia" y el Capítulo 12 de "The Arthritis Helpbook".)
Muchos pacientes con fibromialgia participan en clases de ejercicios en el agua. Un ejemplo es el programa acuático de la Arthritis Foundation, ofrecido en muchas ciudades de los Estados Unidos. Para información, mirar http://www.arthritis.org/ , la web de la Arthritis Foundation.
Guía de ejercicios
A la hora de crear tu programa de ejercicios, considera las siguientes pautas generales.
1. Individualizar tu programa: Los programas de ejercicio para SFC y fibromialgia se deben hacer a medida de la situación única de cada paciente. El tipo, duración e intensidad del ejercicio dependerá de la severidad de tu enfermedad y también difiere dependiendo de si tienes SFC o FM. Tu tolerancia al ejercicio puede depender del momento del día. Como he mencionado antes en el libro, la mayoría de pacientes tiene momentos mejores y peores a lo largo del día. Tu capacidad para hacer ejercicio puede variar sustancialmente según cuándo haces el ejercicio.
2. Marcarse metas realistas: El ejercicio tiene un objetivo diferente para los pacientes con SFC y con FM, que para las personas sanas. Las personas sanas pueden entrenar para un evento, como un maratón o trabajar para esculpir su cuerpo. Pueden marcarse objetivos y forzarse. Lo probable es que este abordaje empeore los síntomas de las personas con SFC y fibromialgia. Una meta apropiada del ejercicio para el SFC sería mejorar bastante la forma física para facilitar las actividades diarias. Para la fibromialgia, es realista utilizar el ejercicio para reducir rigidez y dolor.
3. Empezar bajo y seguir lentamente: Hay que empezar por encontrar un nivel seguro para el ejercicio, uno que no intensifica tus síntomas. El objetivo es tener un nivel sostenible de esfuerzo que puedes hacer varias veces por semana. Para mejorar tu flexibilidad, intenta estiramientos, yoga o Tai Chi. Para entrenamiento en potenciación, utiliza pesas ligeras o ejercicios isométricos e isotónicos. (El ejercicio isométrico supone reforzar los músculos sin mover las articulaciones. El ejercicio isotónico implica movimiento articular) En la categoría de resistencia puedes probar una forma suave de ejercicios aeróbicos, como caminar o ejercicios en una piscina. Para algunas personas, empezar lento puede significar tan poquito como uno o dos minutos de ejercicios por sesión.
Habitualmente es aconsejable que hagas la misma duración durante un considerable periodo de tiempo y que incrementes muy gradualmente la duración, según la tolera el cuerpo. Podrías repartir tu tiempo total de ejercicio en unas cuantas sesiones más cortas, con una meta total eventual de más o menos media hora al día. Quizás necesitas seis meses o un año para conseguir acumular un total de 30 minutos; para algunos pacientes, 30 minutos es una meta inasumible.
4. Monitorizarse: La intensidad del ejercicio para la mayoría de los pacientes debería estar en el rango 4 a 5, donde 1 es descansar y 10 es el mayor esfuerzo que puedes imaginar. Un estándar que se suele utilizar para determinar si se tiene el nivel apropiado del ejercicio aeróbico es el test del habla ("talk test"): deberías ser capaz de llevar una conversación mientras haces ejercicio. Si después de terminar tienes dolor durante varias horas, prueba experimentar con la intensidad y la duración de tu programa. Quizás eres capaz de reducir el dolor probando con calor o masajes antes del ejercicio y frío después. El calor en forma de bolsas de calor o de agua caliente (una ducha o baño) incrementa el flujo sanguíneo; el frío en forma de bolsas de hielo o bolsas de vegetales congelados reduce la inflamación.
Para valorar tu programa y resolver los problemas, procura guardar un registro de tus ejercicios y sus consecuencias. Podrías anotar tiempo y duración del ejercicio, su intensidad y tu nivel de síntomas antes, durante, después y al día siguiente. Anota los síntomas en una escala de diez puntos o con letras como B, M y A para bajo, mediano y alto. Un diario te puede ayudar a ver los efectos del ejercicio porque algunos pueden retrasarse horas o incluso un día.
Seguir con ello: El ejercicio a largo plazo
Los beneficios del ejercicio son mayores para los que lo hacen regularmente. He aquí algunas ideas para cómo perseverar con un programa de ejercicios.
1. Hacer ejercicios que disfrutas: La posibilidad que sigas con un programa de ejercicios es mucho mayor si disfrutas lo que haces, por esto tienes que encontrar una modalidad que disfrutas. Haz que tu tiempo sea más agradable escuchando música o distrayéndote de otra manera.
2. Encontrar el entorno correcto: Si tienes problemas para motivarte para hacer el ejercicio a solas, hazlo con un/a amigo/a o apúntate a una clase. Hacer un compromiso y socializar mientras haces ejercicio son dos buenas maneras para aumentar la probabilidad de que continúes.
3. Tener registros: Considera motivarte teniendo registros. Marcarse objetivos y medir el progreso ayuda a menudo para que sigas con tu programa. Asimismo, tener un diario de ejercicio es una manera para seguir responsable.
Nutrición
La comida es el combustible para el cuerpo, pero los pacientes con SFC y fibromialgia se enfrentan a varios desafíos para tener una buena nutrición.
Primero, la mayoría de los pacientes experimenta una intolerancia al alcohol y muchos son sensibles a la cafeína y a otros estimulantes, edulcorantes (como azúcar, jarabe de maíz, fructosa, aspartato y sacarina), aditivos alimentarios (como el Glutamato Monosódico, conservantes, colorantes y sabores artificiales) y al tabaco. Recortar o eliminar estas sustancias puede reducir los síntomas y los cambios de ánimo y también mejorar el sueño.
Segundo, debido a las limitaciones de energía, la falta de apetito o la severidad de los síntomas, algunos pacientes tienen problemas para pasar suficiente tiempo para preparar buenas comidas. Algunas posibles soluciones incluyen:
Conseguir ayuda con la preparación de la comida: Pide a familiares que te ayuden o que se responsabilicen de la preparación o comparte la preparación con amigos.
Preparar las comidas por adelantado: Cuando te sientes mejor, cocina cantidades para varios días o congela comidas.
Utiliza comida congelada: Hay muchas comidas nutritivas congeladas disponibles.
Compra comida por Internet o por teléfono: Remplaza las visitas a la tienda de alimentación por pedidos a domicilio desde tu casa.
Sé amable para tu cuerpo en la cocina: Prepara las comidas respectando las necesidades de tu cuerpo, con pausas para descansar, utilizando un taburete, limitando movimientos repetitivos, utilizando una buena postura y evitando preparar platos que precisan mucho tiempo.
Tercero, más o menos un tercio de los pacientes con SFC y fibromialgia experimenta sensibilidades o alergias alimentarias o tiene dificultades para absorber nutrientes. Las reacciones negativas incluyen síntomas gastrointestinales (como acidez, gases, náuseas, diarrea y estreñimiento), y también otros síntomas como dolor de cabeza, dolor muscular, cambios del pulso y fatiga.
Desafortunadamente no hay un grupo de alimentos común a los que los pacientes con SFC y FM susceptibles sean sensibles. Una persona puede responder mal a los lácteos, mientras que otra tiene que evitar el trigo. Algunas fuentes habituales de alergia alimentaria incluyen los lácteos, huevos, soja, trigo y maíz. Hay más, como tomates, patatas y otros miembros de la familia de los solanos; frutas; alimentos con muchas especias; vegetales que producen gases, como cebolla, col y brócoli; alimentos crudos y nueces.
Hay dos grandes tratamientos para las sensibilidades e alergias alimentarias: la evitación y la dieta de rotación. El primer paso para ambos tratamientos es el mismo: identificar los alimentos que desencadenan las reacciones alérgicas. Para hacer esto tienes que hacer una lista de los alimentos que crees pueden causar problemas, elimínalos de tu dieta y luego los vuelves a introducir uno tras otro. Ya que es posible que las reacciones necesiten uno a varios días para desarrollarse, tendrás que anotar durante varios días lo que comes y los síntomas que experimentas.
Si los alimentos producen fuertes reacciones, como diarrea, nauseas, dolor de cabeza u urticaria, probablemente los tendrás que eliminar por completo de tu dieta. A menudo la eliminación de unos pocos alimentos puede mejorar dramáticamente los síntomas. También es posible que toleres un alimento si solo lo comes ocasionalmente. A esto se suele llamar la dieta de rotación. Después de comer un alimento esperas unos cuatro a siete días antes de volver a comerlo.
Como con tantas cosas respecto a SFC y fibromialgia, las reacciones a los alimentos son muy individuales, por esto hay que individualizar el abordaje con los alimentos. No existe una "dieta SFC" o "dieta FM" lista para el uso, estándar. He aquí una guía general.
1. Experimentar: Más o menos dos tercios de los pacientes con SFC y FM no tiene alergias alimentarias y se puede concentrar en alimentarse de manera equilibrada y en evitar sustancias como alcohol y tabaco. Los demás tendrán que averiguar las sustancias que causan sus síntomas. Ya que las reacciones a los alimentos varían de una persona a la otra, este tercio de personas tiene que experimentar para determinar cuáles son los alimentos que crean reacciones y luego probar para averiguar si los tienen que reducir o eliminar de su dieta.
2. Escuchar tu cuerpo: Si un alimento o sustancia hace que te sientas peor, no lo comas. Las sensibilidades varían tremendamente; es posible que no toleres "alimentos buenos" como ciertas frutas y vegetales.
3. Comer sensiblemente: Hasta donde te permiten tus sensibilidades, procura comer equilibrado. Hay más peligro en probar dietas de moda que comer una dieta estándar generalmente recomendada para todos los adultos, una que incluye variedad de alimentos de los diferentes grupos de alimentos, concentrándose en frutas, vegetales, granos enteros y moderada en grasa.
4. Evitar ciertos alimentos y sustancias: Casi todos los pacientes con SFC y FM son intolerantes al alcohol y a los estimulantes como la cafeína del café y del té. Muchos son sensibles a los edulcorantes y a los aditivos alimentarios. Eliminar o reducir estos productos tiene sentido para la mayoría de los pacientes.
5. Considerar otras causas de los problemas alimentarios: Muchos pacientes con SFC y FM también sufren del Síndrome del Colon Irritable (SCI); infecciones con hongos como cándida; enfermedad celíaca que causa una fuerte reacción alérgica al trigo y a otros granos; e intolerancia a la lactosa que es la incapacidad para digerir el azúcar en la leche. Averigua si una o todas tus sensibilidades alimentarias pueden ser causadas por estas otras enfermedades.
Sensibilidades químicas
Los pacientes con SFC y FM también experimentan a menudo reacciones alérgicas a otras sustancias aparte a los alimentos. El rango de reacciones varía mucho entre los pacientes, desde un leve fastidio hasta una seria amenaza. Los que están en el extremo del espectro pueden estar confinados en casa.
Son habituales las sensibilidades a los hongos, ácaros de polvo y las hierbas. Los pacientes también reaccionan a productos perfumados, humo de cigarrillo, químicos domésticos, gases de escape y emanaciones de diesel de automóvil, pegamentos, tintes y tinturas. Los síntomas incluyen dolor de cabeza, mareos, debilidad y náuseas. (Ya que muchos pacientes son químicamente sensibles, la mayoría de grupos de apoyo para SFC y FM pide a las personas que acudan "sin perfumes.")
La estrategia de manejo más útil es la evitación. Esto incluye eliminar de la casa las sustancias que ofenden y limitar la exposición a ellas cuando se sale fuera de casa. Si piensas que puedes ser químicamente sensible, comprueba los productos en tu cocina, cuarto de baño y de lavado, como limpiadores, jabones, detergentes, pesticidas y productos de cuidado personal, como desodorantes, champús, pasta de dientes, lociones y perfumes. Hay más sobre esto en los Capítulos 8 y 9 del libro de Verrillo y Gellman y la discusión sobre diseñar un entorno sano en el libro de Friedberg.
Nota de la traductora:
En la siguiente web hay información en español sobre Intolerancia Química Idiopática: http://www.institutferran.org/intolerancia_quimica.htm
En el blog http://www.vivirconsensibilidad.blogspot.com/
Referencias
Arthritis Foundation. The Arthritis Foundation's Guide to Good Living with Fibromyalgia. Atlanta: Arthritis Foundation, 2001.
Bigelow, Stacie. Fibromyalgia: Simple Relief through Movement. New York: Wiley, 2000.
Friedberg, Fred. Coping with Chronic Fatigue Syndrome. Oakland, New Harbinger, 1995.
Lorig, Kate and James Fries. The Arthritis Helpbook. Cambridge, Mass: Perseus Books, 2000.
Verrillo, Erica and Lauren Gellman. Chronic Fatigue Syndrome: A Treatment Guide. New York, St. Martin's, 1997
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Sisplau, encara que ho accepti preferiria que els comentaris no estiguin fets per usuaris "Anònims". Poseu almenys el nom i lloc de procedència al cos del vostre comentari. Sinó no seran acceptats.