ORIGEN: http://salud.doctissimo.es/enfermedades/fibromialgia/diagnostico-y-tratamientos-de-la-fibromialgia.html
Fibromialgia
Diagnóstico y tratamientos de la fibromialgia
Quienes padecen fibromialgia suelen consultar al médico diciendo que les «duele todo». Los músculos están tan rígidos por la mañana que es difícil levantarse de la cama y durante todo el día suele existir una sensación de entumecimiento. Siempre existe sensación de fatiga, hay problemas para dormir y el sueño no es reparador, ya que no produce el deseado y necesario descanso. La ansiedad y la depresión son manifestaciones constantes.
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La fibromialgia es difícil de diagnosticar, porque no existe ninguna prueba analítica ni exploratoria que la confirme o la excluya. Además, muchos de los síntomas simulan otras enfermedades como el hipotiroidismo, la enfermedad de Lyme (una enfermedad infecciosa producida por la bacteria Borrelia burgdorferii y transmitida por la picadura de una garrapata de la especie Ixodes) o la artritis reumatoide. Las exploraciones complementarias de los pacientes tales como radiografías o análisis, entre otras, son casi siempre normales, aunque su dolor es real. Se suele diagnosticar fibromialgia una vez se han descartado otras enfermedades.
Tratamientos
Aunque no existe ningún tratamiento específico para la fibromialgia, se pueden combinar algunas terapias para aliviar los síntomas o hacerlos desaparecer durante largos períodos de tiempo. Estas terapias consisten en la toma de medicamentos, en la realización de determinados hábitos en la vida cotidiana y en la ayuda psicológica.
Tratamientos farmacológicos
Como se ha dicho anteriormente, no existe una medicación específica para combatir la fibromialgia, pero sí son de gran ayuda algunos de ellos para aliviar sus síntomas.
Analgésicos y antiinflamatorios. Aspirina, paracetamol o ibuprofeno son medicamentos frecuentemente utilizados par aliviar el dolor y reducir la rigidez muscular de la fibromialgia. Su eficacia varía de un paciente a otro y no se recomiendan en tratamientos demasiado prolongados.
Antidepresivos. Amitriptilina, nortriptilina, trazodona o doxepina ayudan también a mejorar la calidad del sueño. La combinación de amitriptilina con fluoxetina parece ser especialmente útil.
Tienen como efectos secundarios sequedad de boca y de ojos, estreñimiento y aumento del apetito.
Relajantes musculares. Estos medicamentos, administrados a la hora de acostarse, han demostrado ser de gran utilidad.
Medicamentos para dormir. Estos fármacos han probado que son beneficiosos a corto plazo para algunas personas, pero no se recomienda su empleo a largo plazo, ya que a la larga parecen producir más problemas que beneficios en las personas con fibromialgia.
Tratamientos no farmacológicos
La fibromialgia se beneficia también de determinadas modificaciones de los hábitos y del estilo de vida, así como de algunas sencillas recomendaciones de autoayuda.
Reducción del estrés. Sin sobreesfuerzos físicos ni estrés emocional, con tiempo para la relajación, pero sin dejar de ser activo.
Sueño suficiente. Descansar durante el día, pero sin hacer la siesta para que se pueda dormir por la noche; mejorar los hábitos de sueño.
Ejercicio regular. Aunque al principio puede aumentar el dolor, el ejercicio regular acaba proporcionando más beneficios y mejorando los síntomas. Mantener el ejercicio los «días malos» sin hacer excesos los «días buenos».
Estilo de vida saludable. Alimentación equilibrada, no abusar de la cafeína, dejar de fumar, mantener un peso aceptable…
Otros. Masajes, baños calientes, técnicas de relajación...
También pueden emplearse algunas de las medicinas alternativas o complementarias que han demostrado su eficacia en el campo del dolor y el manejo del estrés, especialmente ante enfermedades de tipo crónico como es la fibromialgia.
Quiromasaje. Es recomendable, siempre que sea realizado por un profesional experto y cualificado.
Acupuntura. Resulta efectiva para el alivio del dolor asociado a la fibromialgia.
Medicina quiropráctica y osteopatía. Su utilidad es controvertida.
Ejercicios beneficiosos
El ejercicio debe comenzar con unos estiramientos y la actividad física recomendable es la de bajo impacto, como caminar o ir en bicicleta. Al principio, es posible que el ejercicio haga empeorar los síntomas, pero luego mejoran. El ejercicio programado y regular es lo mejor, sin excesos ni abusos.
Lo más importante es que el ejercicio alivia el dolor de la fibromialgia y que se trata de un tratamiento eficaz que no depende de la medicación. Y sobre todo, que el paciente se siente mejor si tiene cierta responsabilidad en su propio bienestar y calidad de vida.
Caminar. Empezar lentamente, cinco minutos el primer día; añadir uno o dos minutos cada día hasta llegar a los sesenta minutos al día, tres o cuatro veces por semana.
Caminar y correr. Una vez alcanzado el máximo nivel de caminar, se puede alternar con correr suavemente (caminar 200 metros, correr 100 metros, caminar 200 metros, correr 100 metros, y así sucesivamente).
Bicicleta. La bicicleta estática es un ejercicio doméstico excelente. Un aumento escalonado del ejercicio es lo ideal y su aumento progresivo depende de cada paciente.
Tratamiento psicológico
De acuerdo con las investigaciones que se van realizando al respecto, la fibromialgia no tiene un origen orgánico claramente determinado, pero aparecen evidencias de que existen componentes psicológicos que influyen tanto en su aparición como en su persistencia a lo largo el tiempo.
A los síntomas físicos que se manifiestan básicamente a través de dolor articular, fatiga persistente, dolor de cabeza, hormigueo, etc., se suma un malestar psicológico que precisa ser atendido desde el modelo sanitario que contempla los componentes biológicos, sociales y emocionales de los sujetos.
La fibromialgia presenta una mayor incidencia en las mujeres y suele aparecer a edades comprendidas entre los 25 y los 45 años.
Se observa que muchas mujeres que padecen este síndrome presentan a la vez, en un elevado tanto por ciento, estados depresivos, ansiedad, trastornos del sueño, etc. Por ello es fundamental realizar una detección precoz a partir de las primeras molestias con el fin de que no se instale un círculo vicioso: a más tiempo de padecimiento de los síntomas, mayor padecimiento psíquico, lo cual aumenta el nivel de malestar global (físico y emocional).
Hay un conjunto de factores que tienden a no permitir que el dolor y el malestar físico disminuyan, por ejemplo, la existencia de cuadros de estrés prolongado, ansiedad o depresión. La mujer que durante bastante tiempo va arrastrando una sensación de incomodidad en relación a su forma de vida, con una sensación de insatisfacción personal, ya sea referida al mundo laboral, de pareja, etc., y con antecedentes de problemas afectivos más antiguos no resueltos correspondientes a su infancia o adolescencia, tendrá más posibilidad de contraer los padecimientos de la fibromialgia y que ésta se instale si no realiza un trabajo de elaboración psicológica, al margen de los pertinentes tratamientos médicos que precise.
Existen personas que tienden a acumular malestar psíquico y a plasmarlo en forma de malestar físico; este malestar se convierte en una señal de alerta: el cuerpo tiene su propio lenguaje y presenta un mensaje que hay que descifrar. A lo largo de tratamientos psicológicos en que la mujer puede ir poniendo en palabras lo que siente, el trabajo psicoterapeutico demuestra que colabora en producir una disminución o desaparición de ciertos síntomas al incidir en el proceso de aligerar la energía psíquica
bloqueada.
Terapia psicológica. Es importante que la mujer afectada tome conciencia de los factores de índole emocional que quizá estén incidiendo en el sufrimiento que padece y que trate de no instalarse de forma pasiva en el dolor, sino que se ponga en posición de abrir interrogantes respecto al proceso que ha podido conducirla a tal estado, ya que ése es el camino más correcto para empezar a buscar una salida positiva a su situación contribuyendo a que no se convierta en una forma habitual de vivir.
Asimismo conviene replantear unas situaciones (que tal vez se habían dado por válidas) que por no haberse atrevido a modificarlas están ocasionando a la larga un grado de insatisfacción permanente que puede repercutir seriamente en la salud física y psicológica de la mujer: un trabajo realizado en condiciones perturbadoras en el plano afectivo, una relación de pareja o familiar destructiva, etc.
La terapia psicológica se plantea a nivel de grupo o individual, de acuerdo con las necesidades y características de cada persona.
Es necesario tener en consideración:
la historia previa a la aparición de los síntomas físicos y psíquicos,
la percepción de la autoimagen: evaluar si se ha producido un deterioro de la propia confianza,
el entorno familiar, profesional y social
Larousse de la Mujer
dissabte, 29 de gener del 2011
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